Desde hace muchos milenios se utiliza su poder curativo. Su uso es conocido desde el año 3.500 a.C. para el tratamiento de diversas enfermedades. Los primeros indicios históricos se pueden encontrar en las obras indias de Ayurveda, en fuentes arqueológicas de babilonios y egipcios y en las pinturas de las tumbas faraónicas de la dinastía XVIII (1567-1308 a. c.), en la Biblia y en el Corán.
Las primeras referencias documentadas sobre el empleo terapéutico de las sanguijuelas datan del siglo III a. C. en las obras indias más importantes de la medicina antigua Ayurveda, como Charak Samhita (Ch.Su. 24; Ch. Chi. 7/52), Susrut Samhita (Su.Su. 13), Astang Sangrah (A.S.Su.37), Astang Hridaya (A.H.Su.26) y Sharangdhar Samhita (Sa.Sam.Ut.12).
Éstas dedican capítulos completos a describir con detalle sus aplicaciones y bondades curativas, nombrando el método como jalaukavacharan; jalauka, que se refiere a sanguijuelas y avacharan a la aplicación de las mismas, que forma parte de uno de los procedimientos de Raktamokshana. Raktamokshana es un método de la purificación de la sangre, según el cual los humores viciados en ella deben ser expulsados del cuerpo.

En la Medicina Antigua, el concepto de evacuación era considerado de gran importancia en el proceso de curación, entendiendo la enfermedad dentro de la patología humoral, cuando se alteraban de alguna forma los cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra, según contemplaba Hipócrates, o sangre, cólera, flema y melancolía como alude Galeno, que eran integrantes en el organismo humano. En una alteración de los humores, el médico procuraba ayudar a la acción sanadora de la naturaleza, que tiende a liberar del cuerpo los productos de desecho, incidiendo directamente en los llamados evacuantes, que actuaban ayudando a eliminar el exceso de éstos en cualquier parte del cuerpo.
Dhanvantari, el dios de Ayurveda, aparece sosteniendo una concha, un disco de energía, una sanguijuela y una olla con ambrosía celestial en sus cuatro manos.


La terapia con sanguijuelas existía en India, Grecia, China, Persia, Roma, Egipto, etc…
Nicader de Colophain (200-130 a.C.) en su poema médico Alexipharmaca describe detalladamente su uso terapéutico. Es una de las referencias más amplias escritas de su uso. En esta época, aparecen escritos chinos describiendo sanguijuelas y su poder curativo, tal y como se menciona en Sánscrito, en la literatura persa y árabe.
Los Romanos también estaban familiarizados con sanguijuelas durante este período y fueron ellos quienes las llamaron “Hirudo”.
Durante la Edad Media las sanguijuelas se usaban mucho, en la época de Plinio, Galeno y Avicena.
Plinio describió y documentó su efecto curativo para los tratamientos de dolores reumáticos o fiebre de cualquier tipo. Claudio Galeno mencionó las sanguijuelas en sus escritos y las consideraba como un remedio totalmente eficaz para varias dolencias. El científico persa Avicena, en su” Canon de Medicina”, prestó gran atención a la aplicación de las sanguijuelas, describiendo su poder curativo para ayudar en la tuberculosis, la histeria y la epilepsia, la conmoción cerebral, así como en las enfermedades de las articulaciones, el hígado y los riñones.⁴
En los siglos XVIII a XIX, la Hirudoterapia se practicaba mucho en Rusia. Famosos médicos como M. Mydrov, Y. Dyadkovskiy, F. Pasternazkiy, G.Zaharin utilizaban mucho las sanguijuelas para tratar numerosas enfermedades como el asma, la bronquitis crónica, la neumonía, la tuberculosis, la histeria y la epilepsia, la conmoción cerebral, dolor de los oídos, soriasis, eccemas, dermatitis, enfermedades de las articulaciones, el hígado y los riñones.

La utilidad curativa de las sanguijuelas era tan alta que a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Europa Occidental, sobre todo en Francia, utilizaban entre 80 y 100 millones de sanguijuelas anualmente, en Inglaterra entre 7 y 9 millones y en Rusia 27 millones. Solo en el año 1833 los doctores franceses importaron casi 42 millones de sanguijuelas.
Desde Alemania enviaban cerca de 30 millones de sanguijuelas anualmente a los Estados Unidos. Las autoridades alemanas se preocupaban por la capacidad del país para satisfacer sus necesidades domésticas. En EEUU se prefería sanguijuelas europeas a su contraparte estadounidense Hirudo decora, porque ésta última no hacía la incisión tan profunda y succionaba menos sangre. Los estadounidenses tenían dificultades para obtener las sanguijuelas medicinales europeas y en el año 1835 fue ofrecido un premio de 500 $ a quien pudiese criar la sanguijuela europea en EEUU.
A finales del siglo XIX la sanguijuela pierde su popularidad. Esto se ilustra bien en los registros de un hospital inglés, que señaló que en el año 1832 se utilizaron casi 100.000 sanguijuelas, mientras que 50 años más tarde el número había caído a menos de 2.000 sanguijuelas anualmente.
Hasta principios del siglo XX la hirudoterapia se consideraba como tratamiento indispensable para diversas dolencias, cayendo en desuso como consecuencia del gran avance científico y considerándose un tratamiento sin valor, atrasado y decadente.